Por
fin, tras un largo paréntesis promovido por múltiples cambios en mi
vida, vuelvo con más ilusión y ganas de escribir sobre derecho y
cualquier
otro tema que pueda resultar relevante a nivel jurídico, económico o
simplemente como noticia, relacionado con lo que más me gusta, a mí y a
todos los que me habéis seguido y escrito a lo largo de estos casi dos
años de actividad y parón: la moda.
Debo
de hacer un paréntesis inicial para agradeceros de corazón todos
vuestros e-mails: desde aquellos que alababan mis posts y me animaban a
continuar con el blog, hasta aquellos que buscaban en mí una guía que
os pudiera ayudar a enfocar vuestras carreras profesionales y vuestra
vocación por las dos disciplinas fundamentales que se tratan y aúnan en
este blog. Qué honor y qué responsabilidad me
habéis otorgado muchos... Sé que probablemente mis consejos y sugerencias no serán
seguidos a pies juntillas por aquellos que me los pedisteis, pero el
hecho de pensar que quizás muchos de vosotros dirijáis vuestra vida
profesional en un sentido o en otro por tener en cuenta
algunas de mis palabras, es algo que me llena de un sentimiento enorme,
una mezcla entre miedo, emoción y alegría difícil de controlar. Yo sé que no es fácil tener
dos pasiones
tan diferentes y poder encontrar un nexo de unión que nos permita
dedicarnos por igual a ambas. Afortunadamente yo descubrí cuáles eran
esas pasiones y me adjudiqué firmemente la tarea de
abrirle camino en este país a una disciplina nueva,
prácticamente desconocida y que llevaba un tiempo estudiando, que si bien a día de hoy está empezando a cobrar
algo más de auge a nivel nacional, sigue siendo una rama casi intacta y por
explotar del derecho. “Buen filón para los valientes”, fue el
pensamiento que tuve un día y que me impulsó a empezar con esto. Hoy es la frase que me sigo recordando cada día y es lo que me hace tener esa lucecita encendida a todas horas y estar pendiente de las noticias que me parecen
interesantes para el blog. Por todo esto voy a seguir publicando mis
posts, porque me gusta y porque creo que a muchos de vosotros también, y
porque pienso que estas palabras pueden animar a esas cabecitas que
piensan como la mía, a dar un paso en firme y
luchar por lo que realmente les gusta, en derecho, en moda o en lo que
sea. De los grandes retos surgen las grandes ideas, y con un poco de
suerte, los grandes triunfos.
Dicho
esto, me pongo con el tema de hoy: la polémica desatada por las
zapatillas con grilletes que Jeremy Scott (que ya es polémico de por sí)
ha diseñado para Adidas. Siempre vanguardista y con un punto kitsch
cada vez más desarrollado, el diseñador de las colecciones deportivas
más extravagantes (y las más cotizadas, que por algo se exponen en la
semana de la moda de París cada temporada),
ha vuelto a captar la atención de medio mundo, pero esta vez no sólo
por la originalidad de sus diseños, sino por desatar la alarma xenófoba
en EEUU y posteriormente en el mundo entero.
La
casa Adidas decidió publicar hace unos días en su página de facebook la
última creación de Jeremy en calzado: el modelo llamado
JS Roundhouse Mids,
unas zapatillas originales en cuanto a color y forma (nada del otro
mundo) pero con el polémico detalle de llevar incorporadas unas cadenas a
modo de grilletes que se colocan
en los tobillos de sendas piernas. Previstas para el salir a la venta
el próximo agosto con un precio de 350 euros, el modelo ha sido
retirado, junto a las fotografías del mismo y todo aderazado con una
disculpa de Adidas donde se asegura que el espíritu creativo
de su diseñador, jamás estuvo dirigido a convertirse en una ofensa
xenófoba.
El
escándalo se originó como consecuencia de las declaraciones del
reverendo y defensor de los derechos civiles de los afroamericanos Jesse
Jackson, en una entrevista
con la CNN donde calificó de “degradante” la ocurrencia del diseñador."El
intento de comercializar y poner de moda más de 200 años de degradación
humana, cuando los negros eran considerados tres quintas partes humanos
por nuestra
Constitución, es ofensivo, terrible e insensible", según el reverendo.
A
estas críticas se le suman miles de comentarios plasmados en redes
sociales, de personas que se sienten indignadas y que dicen
identificarse con las palabras
de Jackson. El reverendo ha querido resaltar lo insensible e
irresponsable de este diseño de Adidas, que para más INRI ha
promocionado durante años las carreras deportivas de muchos
afrocamericanos, como por ejemplo la de Muhammad Ali, y ahora permite
que “este símbolo tan degradante de la historia afroamericana pase a
través de sus canales corporativos y avance hacia la producción real y
la publicidad. Adidas no puede hacer un beneficio a expensas de la
degradación humana comercializada".
Me
voy a permitir la licencia de opinar sobre este asunto al final de este
post, pero ahora voy a entrar a analizar la parte de la noticia que
tiene que ver con el derecho, no directamente, pero sí por la ofensa
que le ha supuesto de forma indirecta a muchas personas: la esclavitud.
Puede
parecer un tema arcaico y aunque nos pensemos que es algo que ya murió
hace mucho con la independencia de las colonias africanas e
iberoamericanas
(por lo menos), no solo hay multitud de leyes que a día de hoy siguen
regulando la esclavitud, sino que desgraciadamente sí es un tema que
está a la orden del día,
principalmente en lo concerniente a la explotación sexual e
infantil. La esclavitud sí existe y es uno de los crímenes más
extendidos y perseguidos de nuestros días. Pero no me voy del tema de
hoy, las zapatillas de Adidas no hacen alusión
a este tipo de esclavitud, sino a la de antaño, aquella en la que los
grilletes suponían una parte fundamental del ‘uniforme’ de cualquier
esclavo, como ‘complemento’ para evitar su huida.
España fue de los últimos países del primer mundo en abolir la esclavitud.
En el territorio peninsular se abolió en 1837, pero a las
colonias de las Américas se les daría un trato diferente. Teniendo en
cuenta la extensión del territorio americano que poseía nuestro país y
que la esclavitud era algo común para
con los habitantes de aquellos territorios desde la colonización del
continente americano, no fue hasta finales del siglo XIX, con la
independencia de las últimas colonias, cuando se puso fin legalmente a
la esclavitud (concretamente en 1880, con la abolición
en Cuba).
A
‘los tres días’, como quien dice, el 25 de septiembre de 1926, la
Sociedad de Naciones promovió el primer tratado internacional donde se
declaraba la ilegalidad de la esclavitud: la Convención sobre la Esclavitud,
creándose un mecanismo internacional para perseguir a quienes la
practican. Hoy en día es la Organización de las Naciones Unidas quien,
como sucesora de ese
organismo, asume los compromisos del tratado. A este escrito se le
suman otros convenios y protocolos que se le han ido anexionando y que a
día de hoy están amparados por las Naciones Unidas a nivel mundial.
A
nivel nacional, nuestra Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre, del
Código Penal, contempla la esclavitud entre los delitos de lesa
humanidad,
en su artículo 607 bis.2.10 del Capitulo II bis del Título XXIV, de Delitos contra la Comunidad Internacional, de la siguiente manera:
“1.
Son reos de delitos de lesa humanidad quienes cometan los hechos
previstos en el apartado siguiente como parte de un ataque generalizado o
sistemático contra
la población civil o contra una parte de ella.
En todo caso, se considerará delito de lesa humanidad la comisión de tales hechos:
1.
Por
razón de pertenencia de la víctima a un grupo o colectivo perseguido
por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales,
religiosos, de género, discapacidad
u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con
arreglo al derecho internacional.
2.
En
el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación
sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la
intención de mantener
ese régimen.
2. Los reos de delitos de lesa humanidad serán castigados:
10. Con la
pena de prisión de cuatro a ocho años si sometieran a alguna persona a esclavitud o la mantuvieran en ella.
Esta pena se aplicará sin perjuicio de las que, en su caso,
correspondan por los concretos atentados cometidos contra los derechos
de las personas.
Por
esclavitud se entenderá la situación de la persona sobre la que otro
ejerce, incluso de hecho, todos o algunos de los atributos del derecho
de propiedad,
como comprarla, venderla, prestarla o darla en trueque.”
Quedan
así cubiertas por nuestro Código Penal, todas aquellas actividades que
puedan dar lugar a actos de esclavitud, a parte de los delitos de
prostitución, trata
y corrupción de mujeres y menores, que se tratan en el Titulo VIII, de
forma específica.
Y ahquí va mi opinión persona sobre la polémical: es cierto que los grilletes han sido una forma de
aniquilar la libertad de millones de personas durante siglos y que aún a
pesar de ser un
tema que parece estar olvidado, no es así, sigue latente en nuestro
tiempo de muchas maneras, donde los grilletes ya no son necesarios para
quitar la libertad porque ya nos hemos ocupado nosotros solitos de crear
métodos más eficaces. Pero aquí hay que sacar a la palestra esa
finísima línea imaginaria, pero fundamental, que hay que intentar no
rebasar nunca, esa que separa el bien (el arte, la creatividad), del mal
(la ofensa). Muchas veces los artistas en su ánimo de crear (y más en
este mundo de la moda, con la presión que supone diseñar sabiendo que hay
que sacar las colecciones dos temporadas por delante del momento temporal en el
que se van a vender) se abstraen sin quererlo de polémicas, temas
históricos o morales y simplemente crean lo que se les viene a la mente
y que saben, o sienten, que se sostiene sobre el hilo
de una próxima tendencia. En este sentido, hay que hacer un esfuerzo y
entenderlo. Es la vorágine de la creatividad, que arrasa con todo a
veces sin pensar.
De ahí aquellas modelos con soga de David Delfín que en su momento fueron noticia durante días y
otras expresiones de la moda que sin estar basadas en crear polémica (en
principio) se encuentran con ella,
así de frente y de repente (sin quererlo, repito), y con multitud de
críticas basadas ciertamente en posibles daños morales a escala
universal.
Yo
no defiendo este tipo de arte, en absoluto, pienso que no todo está inventado y que
no es necesario polemizar ni jugar con el morbo para sacar colecciones
diferentes,
originales y exitosas, aunque reconozco que puede haber circunsatncias concretas en las que casos parecidos al que tratamos hoy,
pueden llegar a entenderse.
Ahora bien, también podemos ponernos
estrictos (y tampoco tanto) para ver multitud de manifestaciones
artísticas, publicitarias, musicales y de más tipos, que dañan derechos y
libertades de las personas. Sin ir más lejos y por poner un ejemplo, pueden
verse en estos momentos en abierto en nuestro país y en horario
infantil, videos musicales que exaltan el sadomasoquismo más extremo
endulcorado a base de marketing y colores candy, que rozan y a veces se
estrellan de lleno contra el maltrato y la tortura. Sin querer, claro (o no). Sin darnos cuenta transformamos en clichés maneras de actuar y detalles que no son correctos,
ni son morales ni respetuosos, pero se hacen comunes, se aceptan, se
sociabilizan para bien y para mal, y terminan por formar parte de la
sociedad. Sociedad que evoluciona constantemente devorando fetichismos
sexistas, homófobos, discriminatorios, humillantes o brutalmente sexuales como un agujero negro que se traga y
acepta todo, terminando por convertir en algo normal y habitual lo que antes era
impensable y viceversa. Nos guste o no, esto es así, nos vemos condicionados a evolucionar y aceptar o
morir, la pregunta es: ¿dónde está el límite?